Su carta llegó con retraso. Gran tristeza.
Sobre la mesita de una sala se desvistió por primera vez la carta, primero se le quitó el sobre, luego se desdobló el papel con enorme placer. Un olor lejano se levantó del papel y estiró brazos y piernas como bostezando largo.
Cuando llegó a manos de margarita, el papel había sido ya sobado por otros ojos, el olor había vuelto a dormir y, era ya muy tarde para que margarita pudiera ver, oler o siquiera sentir.
Se había ido volando entre esos pájaros negros y blancos que ayudan a los tristes a llegar a donde quieren llegar.
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