Se lanzo corriendo colina arriba. Sus pasos eran en ratos largos y en ratos pesados, pero no se detenía. Jalaba aire por la nariz y por la boca, su corazón corría tambien sonando como un tambor.
Una flecha lo alcanzó y sintió calor en la espalda, luego dolor. De pronto cayó al suelo y lo alcanzaron. Sus enemigos levantaban los brazos y las armas en torno a él. Esa tarde murió, y cuando su espíritu se levantó por encima de la escena, sus enemigos aún maltrataban el cuerpo.
Se fue volando entonces hasta llegar con los suyos. Ahí estaba su mujer con un mal presentimiento. Triste despedida. Anduvo por todo el lugar, dentro y fuera. Luego respiró hondo y se fue.
Deja una respuesta