Un mal día, un ladrón tomó un par de objetos de mi carro. Unos vecinos lo atraparon y me avisaron. Cuando llegué al lugar donde lo tenían, estaba el sujeto con actitud de víctima. Tomé mis pertenencias le dije que debería trabajar en lugar de robar.
Esa tarde me encontraba descansando y el evento me interrumpió, cambiándome la tónica de la tarde por completo. Cuando la policía se lo llevó preso, se llevaron también mis pertenencias, como evidencia…
Al día siguiente, decidí no denunciar, pero sí reclamar mis artículos. Con la esperanza de invitar al ladrón a no criar represalias hacia mi. Me mostré muy cauteloso en la oficina de denuncias, e hice muchas preguntas a la licenciada que me atendió, pues como ciudadano, en esos casos uno debe andar con pies de plomo.
Salí de la oficina con mis pertenencias, esperando dejar todo sólo en un mal recuerdo. Al día siguiente, todos mis datos personales y los detalles del evento, aparecieron en los medios de comunicación. ¡Por eso estamos como estamos!
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