
Dejaste tus palabras regadas
Tus palabras sonaron como martillos golpeando una ventana. Lanzaste frases al viento, que volaron como pájaros, en círculo alrededor de nosotros.
Cuando te fuiste, me dejaste solo, en aquel espacio despoblado, tu presencia se esfumó dejando las palabras regadas. Ellas estaban tiradas por todos lados, incluso había algunas colgando de mi cabello y mi ropa.
Tuve que quedarme hasta tarde recogiendo tus palabras, ordenándolas y ligándolas de nuevo. ¡Me dejaste mucho trabajo! tuve que moverme rápido. Quité todos los «no» de tus frases. Así que quedó mucho mejor:
¡Quiero volver a verte!
¡Tu eres lo que deseo!
¡Yo te amo!
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