Tengo mi chamarra preferida. Es una color azul, con gorro y recubrimiento en la espalda. Es tipo rompe-vientos, de esas que usas cuando no hace ni calor ni frío.
Es muy ligera y cómoda. Es mi preferida y me da pena.
Estaba en una convención de un canal de distribución de la empresa para la que trabajaba. El clima era caluroso y estábamos en un hotel. Éramos muchas personas, todos involucrados con la empresa.
Hicieron un receso y nos invitaron a ver y comprar souvenirs con el logo de la empresa. Habia tazas, plumas, piza papeles… y chamarras. Todos nos amontonábamos, y algunos compraban con entusiasmo. Preguntábamos por los precios de todo y se escuchaban regateos con acento chilango. Me acerqué a donde estaban las chamarras y pregunté por el precio desde lejos, pues la gente no permitía pasar.
El encargado tomó la chamarra de donde estaba colgada y dijo el precio, mismo que me pareció elevado. El encargado extendió su brazo para acercarme la prenda y que yo pudiera evaluarla. Alguien que sí estaba cerca la tomó y la observó. Así fue pasando de mano en mano hasta que llegó a mí. Su tela me gustó, pero el precio me desanimó de nuevo.
La gente siguió preguntando y regateando, yo me perdí entre la bola con la chamarra en mano. De pronto me fuí y me la había robado. Han pasado más de 10 años, y sigo cuidándola porque me encanta. Es mi chamarra preferida, y me da pena.
Mi Chamarra Preferida que da Pena
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