Me resisto a pensar en la naturaleza como una divina creación en la que toda la magnificencia es obra incomprensible del Supremo. Por un lado Darwin me estira de una mano a comprender todo como el portentoso mecanismo de adaptación y por el otro lado los dogmas antiguos de la infancia me jalan a pensar en la divinidad como creador absoluto.
El aparente caos desconcierta a cualquiera que no ponga atención para encontrar el órden oculto, justamente como lo propone John Holland y que es hasta ahora el mejor acercamiento a describir la adaptación.
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