Su forma de ver el mundo

Escribí esto al año 10 meses de edad de mi lobito

Ernesto está conociendo el mundo en la manera que yo se lo presento. Es decir, para él el mundo es un abanico de posibilidades, un conjunto de oportunidades para interactuar y encontrar sensaciones, algunas conocidas y otras no conforme avanza.

Es carente de la capacidad de planificar, pero es un gran inventor lleno de necedad y obstinación que lo hacen insistir e insistir hasta que sus acciones producen una sensación nueva que acomoda en su saber.

La forma en que está comprendiendo el mundo lo ha hecho construir esquemas mentales de esos que al usarlos le facilitan la exploración e interacción. Por ejemplo los movimientos de sus manos, y extremidades en general paso a paso han ido dándole experiencias, como sensaciones de suavidad, humedad, dolor etc.

En este mismo sentido ha desarrollado esquemas para el ámbito social, como lo son el reforzamiento de expresiones faciales, aunque estas en particular parecen haber venido con él al menos en su forma básica, desde el nacimiento.

Con todo esto, se está quedando atrás en conocer una parte horrible de la realidad, que es la que corresponde a defender sus intereses sean cuales sean. Sobre todo con otros niños. En otras palabras, él ve el mundo y al resto de los niños como la oportunidad para seguir conociendo y le emociona la sola posibilidad de pararse frente algo nuevo como puede ser una figura metálica, una luz, una cubeta con agua, un charco de lodo o incluso un niño desconocido o “nuevo”.

En cuanto a esa parte horrible de la realidad, me refiero al hecho de que en su transitar por ese camino de exploración podrá encontrarse con hostilidades, expresiones de intolerancia o agresión infundada por parte de otros niños. Actualmente,  él tiene claro que existen objetos que no son agradables como las cosas con espinas o las cosas calientes. Eso fue fácil de aprender.

Pero le falta aprender, o mejor dicho entender, que no todas las personas y sobre todo, no todos los niños están dispuestos a explorar con él el mundo en un momento y forma determinado. Y que esta condición le hace recibir desaires, arrebatos y expresiones violentas del mundo.

He visto cómo se acerca a cualquier niño con emoción, porque lo que sí ha aprendido es que eso es divertido (enriquecedor de sus experiencias), pero también he visto cómo otros niños lo desprecian con acciones físicas que no sabe atender. Al ser carente de un esquema social que le permita emprender acciones ante tales circunstancias, se desconcierta y entristece.

Un esquema deseable ante un rechazo social, es sin duda uno que genere en él acciones de protección. Por ejemplo aceptar el rechazo y apartarse sin lamentaciones, o en casos extremos demostrar capacidades de defensa física de modo que quede claro que si bien puede no ser aceptado, tampoco es manipulable.

Ante la incapacidad de planificar en los niños, se entiende que ellos viven  al momento y que no entienden ni del pasado ni del futuro. No comprenden que ser lastimado hoy puede tener repercusiones en el futuro y por tanto los adultos adoptamos (también) el rol de planificadores. Así en la mayoría de los casos un adulto evita que los niños se agredan en su presencia, trata de establecer equidad e imponer una mezcla sana de concordia y discordia.

En cuanto a Ernesto, estoy asegurándome de que no vea el mundo amenazante, hostil o peligroso, aunque me cueste darle mucha atención y también aunque eso que parece ideal, lo esté llevando a creer que en el mundo todo y todos lo aceptan sin recato.

Reconocer esto es el primer paso para preparar escenarios que gradualmente le muestren que el mundo no siempre es dulce.

 

 

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