Todas las cartas que tengo hablan de lo mismo. Sus palabras fueron siempre las mismas. Me pregunto por qué siguen dando vueltas en mi mente. Son como moscas, todas iguales haciendo el mismo ruido y luciendo idénticas al volar en maraña.
Me pregunto si algún día saldrán de ahí, si dejarán de volar. Quizás si yo me lanzo a volar ellas no puedan volar en mi mente. Podría ser buena idea.
Esta mañana el Sol ha salido muy sonriente, será testigo si así lo desea. He dispuesto una simple selección de ropa para el evento. Los pantalones que ella me regaló, la camisa que se manchó por primera vez con sus labios. Los zapatos en que ella se trepaba para alcanzar a darme besos. El reloj que timbraba cuando era hora de llamarla y la loción que a ella le gustaba.
Esta es sin duda, una indumentaria casual. Solo un detalle cuenta, la marca que he conservado en mi pecho, de su primer beso ardiente. He pellizcado mi piel exactamente ahí todos los dias, recordando sus dientes de ardillita dejando una marca.
La altura no me espanta, mis pies se tienen apoyo en la orilla y el viento sopla cálido. Ahí están sus palabras de nuevo. Volando como moscas todas iguales, siempre las mismas. Pronto dejarán de volar.
Inicio mi vuelo, ellas las moscas se confunden y chocan todas en mí. Parece que será su fin ¡Sí! Mi vuelo continúa y puedo ver el Sol que sonríe y me cuestiona. Las moscas siguen confundidas y sus zumbidos se vuelven uno solo, siguen chocando.
Las preguntas del Sol son complicadas, me hablan de tiempos pasados y oportunidades perdidas. Mi vuelo continúa y las moscas empieszan a morir. Esta vez están saliendo de mi cabeza. Mi vuelo termina de golpe con un estallido, puedo ver las moscas saliendo de mi cabeza. Hay mucha gente.
El sueño me envuelve y las moscas se han ido. Las vencí.
Deja una respuesta