Se dice que el micro relato es tan antiguo como la humanidad, con la idea de que los relatos a la luz de la fogata eran comunes aún en los tiempos de antaño, cuando los hombres se reunían al final de la jornada a comentar aventuras, anécdotas y demás historias que ejercitaran la interacción social.
Recientemente estuve en el poblado -El Venado- en el municipio de Cuatro Ciénegas Coahuila, México. Donde a la luz de una fogata y en presencia de algunos parientes con edades de entre 15 y 70 años, mi padre propuso que cada quien debía contar una mentira.
Despues de algunas risas y pausas en la convesación, saltó el primero. Contando la aventura de cuando una herida en su pierna hacía brotar la sangre como una fuente. Otro contó historias de vacas, otro más de esto y aquello. Algunos iniciaban a contar su mentira aclarando que no era mentira.
Cuando nos dimos cuenta, la Luna estaba ya sobre nosotros y el frío de la noche nos acurrucaba y nos invitaba a observar el fuego, imaginar y escuchar esas mentiras.
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