Ser padre es un reto que cuesta caro afrontar. Es un camino de subida y bajada, con una carga pesada, alegre y ruidosa.
Ser padre llena los ojos de imágenes, las manos de juguetes y los pies de ansiedad. Cuando tus manos cargan al bebé y tus brazos lo rodean, sientes eso que no se puede describir. Cuando escuchas la palabra -papá- tus oidos despiertan a un nuevo mundo.
Un nuevo mundo más colorido, donde la fuerza para seguir viene del viento, de las nubes, de la luz y todo lo demás.
Luego empiezas a inventar idiomas nuevos, que también promocionas. Idiomas que enamoran y murmuras a solas, y a veces frente a quien sea.
Ser padre no tiene límites, es ponerse una capa de super héroe y atarla no al cuello sino al corazón, para siempre.
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