Un mundo de Fantasía

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Me he convencido de permitirle a mi hijo, vivir un mundo de fantasía, que engrose en él un recubrimiento acaramelado, que le haga ver el mundo con bondad y complacencia.

Lo permitiré así y lo propiciaré, hasta que llegue el momento de que él inevitablemente, tenga que empezar a rasparse con la realidad.

Llegado ese momento, habré por lo menos, disfrutado viendo cómo su infancia se desarrolló como las plantas de invernadero, que al no tener necesidad de producir asperezas o espinas, son coloridas, sanas y prolíferas.

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